El canciller alemán, Olaf Scholz, visita China y es recibido por funcionarios municipales
- Emmanuel González
- Viajes Gubernamentales
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Los viajes gubernamentales e institucionales de carácter bilateral suelen implicar un amplísimo abanico de supuestos que van desde la mera formalidad de devolver una visita previamente realizada por parte de un representante gubernamental, estrechar lazos entre naciones y territorios, lograr acuerdos económicos o rebajar tensiones políticas, bélicas y económicas entre diferentes naciones, incluso no involucradas en el viaje en sí.
Este último caso, cada vez más común debido al momento en el que se encuentra en plano geopolítico, con conflictos en Europa del Este y Oriente Medio, es el que ha llevado al Canciller alemán Olaf Scholz a visitar la República Popular China, a través de una invitación expresa del primer ministro chino, Li Qiang.
Sin embargo, y debido a la tensión económica existente entre Alemania y China, a lo que se suma el conflicto entre Rusia y Ucrania, la visita no comenzó del todo bien para el canciller alemán, que aterrizaría el pasado 14 de abril en la ciudad de Chongquing a bordo del Airbus A139CJ que usa el gobierno alemán para sus desplazamientos al extranjero.
En Chongquing, al bajar del avión, Scholz fue recibido, tímidamente, por autoridades municipales chinas y ni siquiera los medios de comunicación locales se hicieron eco de ello. De hecho, no existió un recibimiento oficial como tal, y el canciller alemán entró rápidamente en el vehículo que le esperaba en pista para iniciar, así, su visita de tres días, en la que visitaría el centro financiero de Shanghái, se reuniría con el primer ministro chino y, finalmente, con el presente Xi Jinping.
Durante el viaje, Olaf Scholz y sus homólogos chinos abordaron temas de gran trascendencia e incluso llegaron a puntos en común. Dos fueron los más importantes de ellos; por un lado, relajar la creciente tensión, en términos económicos, entre Alemania y la República Popular China, dos países con industrias tremendamente potentes que compiten entre sí. Y, por otro lado, la guerra ruso-ucraniana, en la que tanto Scholz como Xi Jinping estuvieron de acuerdo en que ambos países, gracias a sus esferas de influencia, deben hacer todo lo posible por buscar una paz justa en el Este de Europa.
Estos viajes, incluso cuando son discretos en términos mediáticos, generan un gran impacto económico tanto en el destino emisor como en el receptor. La importante infraestructura humana y técnica que los envuelve y se mueve gracias a ellos, tanto de forma física como figurada es la base de un sector consolidado que, entre otros muchos aspectos, carece de elementos propios de la industria de los viajes, como es el de la estacionalidad.
Aunque finalmente el viaje del canciller alemán a China puede calificarse como un éxito, lo que más llamó la atención es el gesto que apuntábamos al principio. Y es que, en términos protocolarios y diplomáticos, en el complejo mundo de las Relaciones Internacionales, el recibimiento de Scholz por parte de autoridades municipales chinas, con un rango y estatus inferior al del canciller alemán, no solo funcionó como una declaración de intenciones por parte del ejecutivo chino, sino también como una primera toma de contacto en un ambiente de tensión previa. Un ejemplo más de cómo en el marco de los viajes gubernamentales e institucionales, los gestos de este tipo alcanzan una gran trascendencia y resultan sumamente importantes.
Fotos: Bloomberg / France 24.